Thursday, August 7, 2008

Declaración

Esta mañana me monté en la guagua para ir al trabajo. Ví una sección de dos asientos que estaba libre, y me senté en el asiento mas cercano a la ventana.

En ese momento olí un olor a mierda. Fuerte y poderoso, lleno de musculatura y muy seguro de si mismo. No cabía la menor duda de el tipo de olor que era. Había gente sentada delante y detrás de mi. No sé si uno de ellos estaba emandado ese olor, o si fue un pasajero anterior. En el asiento delante del mio estaba una señora que se veía un poco...adobada. De cualquier modo, enseguida me levanté y me senté en otro asiento, lejos del posible culpable.

Unos minutos después, en la proxima parada, se sentó una muchacha en ese mismo asiento. Asumí que haría lo mismo que yo, pero no, permaneció en el asiento. En la proxima parada, un señor abordó y se sentó al lado de la muchacha. También se quedó sentado.

Mira, no hay manera que ellos no olieron el mismo olor que yo. Imposible. Al observarlos me puse a pensar en una teoría que yo tengo: que el miedo a ofender a otras personas nos hace permanecer en situaciones que no nos convienen. Es una teoría que, casualmente, ha nacido precisamente de mis numerosos viajes en la guagua. Y es que muchas veces se nos sienta alguien al lado que apesta, o está tosiendo tanto que parece que se le va a salir un canto de pulmón por la boca y te va a caer en la falda. Pero no nos movemos - ¿por qué? Porque no queremos que esa persona se sienta mal que le estamos huyendo.

Per si lo pensamos, esa persona, en su manera, está siendo ofensiva. Si no te bañas y hueles mal, estás obligando a las personas a tu alrededor que te huelan. El que tose sin taparse la boca, o tomar a sus alrededores en cuenta, está exponiendo a los demás a sus germenes. Y entonces, ¿por qué nos da miedo ofender a los ofensivos?

Yo misma me he encontrado en esta situación, y me he quedado sentada al lado de alguien desagradable. Pero no más. En este día declaro mi independencia del ay bendito, y les aseguro que la proxima vez que me toque un apestoso al lado, me voy a parar de mi asiento y me liberaré de sus garras aromáticas.

3 comments:

Annie said...

Jenny!!! nunca averiguaste de donde provenía la peste???

Jen said...

No, nunca averigue! jaja!

Unknown said...

Esta historia me hizo recordar el otono cuando vivía en Alemania. Mientras esperaba la guagua que nos llevaría a la escuela, me entretenía pisando las hojas que caían de los árboles. Muchas veces pisé mierda de perro sin darme cuenta. Ya en la guagua la peste entraba en acción y yo pensaba que el "aroma" venía de la persona que estaba a mi lado. Nunca olvidaré la primera vez que ví mi zapato "embarrao"....