Saturday, October 25, 2008

Confesiones

Los días grises y lluviosos no me molestan tanto como antes. Claro, es difícil bregar con ese tipo de clima mes tras mes, pero de vez en cuando se siente hasta acogedor.

Me encantan los cambios de estación. Yo soy el tipo de persona que necesita hacer cambios frecuentemente. Un cambio de estación es uno del que no me tengo que preocupar, ya que sucede sin yo tener que hacer ni el mas mínimo esfuerzo. El calor, especialmente el humedo, me pone de mal humor. Cuando llega el otoño, me agrada salir con mi sueter y sentir que el aire se torna mas frío y fresco. Y claro, menos humedad quiere decir que mi pelo se ve fabuloso. 

No me gustan las morcillas. He tratado, pero no. 

El café no me gustaba hasta pasados mis treinta. Ahora me gusta, pero aún se me hace difícil tomarmelo negro. Me encanta un café con leche bien azucarado. Quizás algún día aprenda a tomarmelo como una adulta, y no como una niña obsesionada con sabores dulces. Pero por ahora, me lo tomo como si no existiera la diabetes. 

Me encantala pastelería, y después de haber hecho mi proprio pan y haber hecho tortas y galletas, sospecho que tengo talento. Pero la última vez que de verdad me boté haciendo todas esas cosas, aumenté diez libras y bastante me tomó rebajarlas. Ahora no me atrevo ni a abrir el paquete de harina. 

Me gusta cocinar, y la buena comida. Pero también me encanta McDonald's. No voy mucho, pero cuando voy, me lo saboreo aún sabiendo que me va a caer como metralla. Sí, sí, es porquería, pero es mi porquería.

Saturday, August 30, 2008

Emparejando y rebobinando

Hace par de semanas me enteré de una oportunidad para ganarme unos chavitos extra. Una compañía necesitaba gente que habla español como su primer idioma para grabar una serie de palabras y frases. Esas grabaciones las usarían para crear los sistemas de de telefono que reconocen voces. Por ejemplo, cuando llamas al banco y le dices al sistema que quieres mover esos dos pesos y tres chavos de tu cuenta de ahorros a tu cuenta corriente porque si no te va a rebotar el cheque de la luz. 

Todo muy fácil. Llegué y comenzé a repetir todo lo que aparecía en la computadora. 

-Sí.

-No.

-Cinco y catorce

Chévere. El muchacho que estaba conduciendo las grabaciones me había dicho que hacer si cometí a un error. -¿Que error voy a cometer?- pensé. 

No tomó mucho para ver cuales errores si era capaz te cometer. Después de leer cincuenta - sí, cincuenta - numeros de telefono, hasta decir uno, dos, tres se puede convertir en trabalenguas. O, por ejemplo si tengo que decir "dos siete tres", ya al decir el "dos" estoy viendo el "tres", y me sale "dros". 

-¿Y que pasa si meto la pata?

-Nada, cortamos esas partes. 

-Okay. Cuatro y veinte. Dos zero dos cinco cuatro tres dos ocho seis uno. 

Se puso un poco aburrido, pero me entretuve tratando de adivinar para cuales industrias se usarían estas grabaciones. Por ejemplo, luego de decir "Mandar mensaje de texto, llamar a casa, apagar auricular" era fácil adivinar que sería para la industria de celulares, o Bluetooth. O, "Cinco grados centígrados, ochenta grados fahrenheit, diez de marzo del milnovecientossetenta" sería para algún sistema metereológico. Aunque todavía no sé para que eran los, "Cocinar en horno de convección a cutarocientos grados por veinte minutos, hornear a doscientos grados por dos horas." Digo, obviamente algo de cocina, ¿pero a qué aparato le vas a decir esas cosas? Me imagino una super-estufa, en la cual solo pones el pernil en el horno y le gritas desde el otro cuarto mientras ves televisión.

Mi trabalenguas mas fuerte vino cuando tuve que decir "Comenzar emparejamiento" tres veces seguidas. Primero que nada, me quería salir "empajeramiento". Segundo...¿qué? Nunca he usado "emparejamiento" en este tipo de contexto.

-Empaje...emparejamiento (¿y esa palabra de donde salió) de mensajes, empa...rejamiento de (ah, lo mas seguro quieren decir "sincronizar") mensajes, emparejamiento (por favor, sincronizar es mucho mas fácil) de mensajes.

-Rebobinar (¿¡qué?!), rebobinar (ah, "rewind", lo mas seguro), rebobinar (si esto fuera para puertorriqueños sería "darle riwaind" o " dar pa'trás")

-Trece veinte (ah, horas militares) trece...veinte (yo nunca digo la hora así, ¿se dirá trece veinte o trece y veinte?), trece veinte (que se joda)

En total dije algunas 700 frases y numeros. Al final, el muchacho me dice que la última parte tomará solo cinco minutos.

-En la pantalla vas a ver una serie de preguntas. Contéstalas en voz natural y frases completas, lo que queremos es capturar tonos de voz que sean iguales a como la gente habla en conversación. ¿Lista? Okay.

-¿En que ciudad pastaste tu niñez? Pasé mi niñez en San Juan, Puerto Rico.

-¿Cómo contestas el teléfono? Cuando contesto el teléfono digo "hello". (duuhh, hubiese dicho "hola", no me están pagando para hablar inglés)

-¿Cuales idiomas hablas? Los idiomas que hablo son el español, el inglés, e algo de italiano. 

-Como describirías el clima en tu ciudad? El clima en mi ciudad es...este...lluvioso en el invierno y...¿soleado en el verano? (que zángano me salió eso)

-Habla por los próximos 40 segundos de lo que quieras. (¿qué? ¿!de qué carajo voy a hablar así de momento?! Pues....soy de Puerto Rico y...allí pasé me niñez y....(Dios mío, que verguenza) casi toda mi familia todavía esta por allá y...pues...me fuí a la universidad en Nueva York y...este...(este muchacho pensará que lo unico que se hacer en español es leer tonterías y no hablarlo de verdad) entonces me vine a Portland y..al tiempo me fuí a Florida pero no me gustó, y....(que baboserías me están saliendo por esta porquería de boca, por favor) me gusta Portland o sea que regresé. 

Ahí miré al muchacho como diciendo "no existen mas palabras en este mundo que yo quiera decir en este momento." 

Aprendí dos cosas de esta experiencia: la palabra rebobinar, y que la situaciones inesperadas me quitan el don del lenguaje.         

Sunday, August 24, 2008

Mi carrera de voluntaria vino y se fue

Hace una semana fuí a mi cita con la oficina de la campaña de Obama. Les aviso desde ahora que mi intento fué mas o menos un desastre.  Pero también la situación me enseñó algo importante sobre mi: soy un poco cobarde. 

Cuando hablé con el coordinador de esa oficina, le dije claramente que no me interesaba hacer tareas que requieran llamar a gente que no estan esperando mi llamada, ó pararme en la calle a tratar de que la gente hable conmigo. El coordinador me dijo que el registrar a gente para votar no requeriría eso de mi: las personas interesadas en registrarse vendrían donde mí. Y le creí porque en varias actividades alrededor de Portland he visto a personas con mesas dedicadas a registrar a nuevos votantes. 

Cuando llegué, esperé 15 minutos para que me recibiera, aún habiendo hecho cita. Pero él estaba ayudando a par de señoras que estaban entrando información en la computadora, y era obvio que necesitaban mucha ayuda. No sabían como mover el mouse, no sabían como ir de una linea a la otra...en fín, les iba a tomar horas hacer lo que a una persona más tecnológicamente avanzada le tomaría veinte minutos. 

Por fín terminó, y vino a donde mi para orientarme. Me llevó a una mesa larguísima con docenas de carpetas. Cada una representaba un vecindario de Portland. Abrió una y comenzó a explicarme que contenían listas de casas que yo visitaría, porque los residentes no estaban afiliados a ningún partido y quizas yo podría convencerlos a votar por Obama. Ahí lo paré en seco.

-Yo te dije cuando hablamos que no quería hacer esto.

-Ah, ¿y de qué hablamos, entonces?

-De registración de nuevos votantes, o trabajo de oficina.

-Hay mucha gente que quiere hacer trabajo de oficina.

-Sí, como estas dos genias que casi ni saben prender una computadora- pensé

Me llevó a otra mesa donde me explicó lo de la registración. Me enseñó el documento que la gente debe llenar, y me sugirió que fuera a un sitio con mucha gente y que me les acercara. -Trata de hacerlo con una sonrisa- me dijo.

Y ahí me dí cuenta que me habían cogido de mangó bajito. Este tipo nunca tuvo la intención de decirme la verdad: que los unicos trabajos que tienen para sus voluntarios son del tipo que yo no quería. 

Pero pensé que a lo mejor podía superar el miedo a pararme en una esquina y acosar a las persona (con una sonrisa, claro).  Tomé los materiales y decidí intentarlo.

A la media hora de haber comenzado, me convencí por completo que esto no era para mi. No, para nada. Me fuí a mi casa con mis materiales y decidí devolverlos dentro de uno o dos días. 

Al día siguiente recibí una llamada de un voluntario de la campaña, preguntandome si estaba planeando regresar. Las plabaras exactas fueron, "We were wondering if you were ever planning on coming back", lo cual da a entender que me están regañando por no haber regresado ese día, aún cuando en ningún momento me dijeron que tenía que hacerlo. Ahí si que me enojé, porque una cosa es que me cojan de zángana y se aprovechen de que quiero ayudar, ¿pero que me llamen de esa manera? Les pregunté si no se les había ocurrido que quizás en mi primer intento no haya podido registrar a nadie. Mi interrogador no me contestó la pregunta, y no le dejé que continuara hablando. Le dije que al próximo día entregaría todos los materiales, y así lo hice. 

Para nada asocio a estas personas directamente con el muy estimado Señor Obama, porque estas oficinas son como satélites de la campaña oficial. Pero si me trataron de esta manera a mí, me imagino que lo habrán hecho con otros tambien, y lo que me molesta de todo esto es que eso hace casi imposible que estas personas se ofrezcan de voluntarias la proxima vez que otra campaña se lo pida.  Y eso solo puede perjudicar al partido. Muchas de estas personas que establecen oficinas pequeñas de campaña vienen de otros estados, y cuando termina la campaña, se van. No entienden el impacto que dejan tras ellos, uno que perdura mucho despues de que se hayan ido a otros trabajos. 

¿Y por qué digo que soy cobarde? Porque desde un principio debí haberles dicho que no estaba cómoda con lo que estaba sucediendo. Debí haber dicho, -Les dije que esto no era para mí, y les expliqué exactamente lo que me interesaba hacer. Si no tienen lo que quiero, les deseo mucha suerte pero no puedo participar.-  En vez, lo que hice fue amedrentrarme, sabiendo muy bien, a fondo, que yo no quería hacer lo que me estaban pidiendo. Y cuando devolví los materiales, debí haberles hecho claro la impresión que me dieron, ya que no lo hice cuando debí haberlo hecho. 

Pues. ¡Que me sirva de lección!

Tuesday, August 12, 2008

De voluntaria

Hace unas semanas recibí una llamada de la campaña de Barack Obama. Tienen mi numero de telefono porque hice un donativo a su campaña hace un tiempo. Estaban buscando voluntarios. Me interesó la idea de ayudar, pero tengo una mala maña de ponerme vaga y no comprometerme a hacer cosas que me saquen de mi casa en un fin de semana. Al fin de cuentas, no les devolví la llamada.

La semana pasada me llamaron de nuevo. Esta vez decidí que no solo era importante el involucrarme con una causa en la que creo, pero tambien era importante que yo tratara de ser menos vaga de lo que soy. Decidí llamar y ofrecerme de voluntaria, pero con condiciones, y si no estaban de acuerdo, pues ya. En el mensaje mencionaron que estaban buscando a personas para hacer llamadas, o irse por diferentes vecindarios a tocar puertas. Eso sí que no es para mi, pero estaba segura que habían más cosas por hacer.

Llamé a las 8 de la noche, pensando que dejaría un mensaje con mis estipulaciones, pero tambien ofrciendome para otras tareas, por ejemplo, de oficina, o que usaran mis dotes de bilingüe. Me sorprendí cuando alguien contestó. Sonaba un poco ajorado pero cuando le dije que quería ofrecerme de voluntaria, enseguida me ayudo. Le expliqué mi situación, y al saber que hablo español me dijo que necesitan gente bilingue para ayudar a personas a registrarse para votar. -Van a venir a donde tí, porque vas a estar con una mesa dedicada a registrar gente-, me dijo.

Con eso sí puedo. Este sabado me presento para mi orientación, y espero poder ayudar a muchos latinos con esto de registrarse para votar. Ya les cuento como me vá.

Sunday, August 10, 2008

El cordal

Este viernes pasado me sacaron un cordal. Es el segundo que me han sacado y espero que el último.

El primero que me sacaron fue de emergencia, ya que se me rompió. Fuí a mi dentista, donde me dijeron que la raíz era demasiado profunda y tenía que hacer cita con un cirujano oral. Fuí a ver a la recepcionista para que me hiciera la cita.

-Solamente tenemos una oficina disponible para esta semana. Ellos aceptan nuestros casos de emergencia. Te pueden ver el viernes.

-Bien, hazme la cita entonces.

La recepcionista miró el calendario. -Solo uno de los cirujanos tiene tiempo abierto. Pero, debo avisarte que él no es, digamos, oficialmente un cirujano dental.

-¿No? ¿Y que es, entonces?

-Pues es uno de nuestros dentistas, pero ha hecho muchas extracciones de esta naturaleza. Le encanta hacerlas.

-¿Le encanta? ¿Entonces la cirujía oral es su pasatiempo?- dije, en son de chiste.

-¡Sí, así mismo!- contestó la recepcionista, contenta de haber dado con la descripción correcta y sin darse cuenta de la poca confianza que esa descripción, inicialmente jocosa, pudiera engendrar en cuanto al pobre dentista.

Que más, hice la cita y me presenté ese viernes. Me senté en la silla de tortura dental y esperé al cirujano. Ví a otros pacientes pasar por mi silla luego de pasar por lo mismo que iba a pasar yo, y se veían como muerte, caminando como ebrios y con un poco de manchas de sangre en los labios. Me empezé a asustar un poco. Cuando vino a presentarse mi dentista, lo hizo con un fuerte acento, y junto con su nombre que parecía ser eslavo, pensé que quizas en su país natal en algún lugar en Europa del Este sí fue cirujano dental, y ahora tiene que completar las equivalencias medicas de los EEUU, ya que en todos lados son algo diferentes. Muy amablemente me explicó que me iba a inyectar el anestésico, y que volvería en unos minutos cuando tomara efecto.

Aproveché esos minutos para profundizar en esta historia que me estaba inventando sobre la vida de este dentista, dandole una carrera sumamente exitosa en, digamos, Moscú, pero con lo peligrosa que se estaba convirtiendo esa ciudad luego de la caída del comunismo y la llegada de un capitalismo arrasador, tuvo que huír, y terminó consiguiendo empleo en una compañía de HMO dental en Portland. -Yo fuí cirujano dental en mi país- le dijo a sus jefes un día que se encontraban inundados de pacientes. -Yo puedo extraer ese cordal, ¡se los aseguro!- Y al sacar ese cordal, comprobó que el no haber completado los papeles que le piden en este país para certificarse como cirujano oral no significa nada. La cirujía dental corria por su sangre, como corría por la sangre de su padre, y el padre de su padre. Ahora era una estrella en esta oficina, y todas las otras oficinas afiliadas a este HMO en Portland mandaban sus casos mas urgentes a este dentista - no, dentista no, cirujano.

-Bien, Jennifer, ¿sientes esto?- y al decir eso hizo no se que en mis encías. No sentí nada, nada. Su genio se estaba manifestando ya. -Muy bien, empezemos entonces.-

He descrito ese proceso de extraer un cordal con raíces profundas como lo que queda de la odontología medieval. No duele, pero sí tienes a un dentista encima tuyo, con varios intrumentos metalicos y siniestros, dandole cantazos a tu diente hasta que se cae en cantos. Entonces hace algo mas con la encía, limpiando todo eso por ahí adentro, me imagino, y lo cose todo con hilo y aguja. Te sientes que te han caído a puños, pero dentro de la boca. ¡Pero nada me dolió!

-Ya terminé, Jennifer.

-¿¡Ya?!

-Sí, ya. Te voy a recetar Vicodin para el dolor.

-Ay sí, que bueno.- Este doctor sí que entiende.

-Y veo que tu dentista quiere que te saquemos el otro cordal. Vuelve a verme y te sacamos a ese también.

Mi esposo estaba esperandome, y había visto a los zombies sangrientos salir. Estaba esperando lo mismo de mí, pero salí despierta y con la boca libre de sangre. Y, sí, cuando por fín me recuperé (que, dicho sea de paso, me tomó como dos semanas para que la hinchazón se me bajara por completo), y pasaron los meses y mi dentista me empezó a preguntar que cuando pensaba sacarme ese cordal de una vez, llamé a la oficina de nuevo. Pero, como el no es un cirujano oficialmente, la recepcionista comenzó a sugerir a otros en esa práctica.

-Yo quiero al que me vió la última vez.

-Ah, sí, te puede ver el 8 de agosto.

Volví a la silla del ruso (no sé si es ruso, pero es la nacionalidad que le he asignado), y seguí creandole su historia. En esta ocasión comenzé donde lo deje la última vez - la nueva estrella de la cirujía dental. Los pacientes llegaban con mucho dolor y con miedo. -¡Me han dicho que el doctor que me va a ver practica la curijía oral como pasatiempo! ¡Tengo miedo!- Y las asistentes llevan a los pacientes a la silla con una pequeña sonrisa, asegurandoles que todo iba a estar bien. Al terminar todo los pacientes salían asombrados y sin nada de miedo. -¡Es increíble! Me estaba acribillando la boca pero no me dolió!-

-Hola Jennifer, ¿que lees?

Hablamos de el libro que tenía conmigo, el cual se sitúa en Cuidad Mexico. Hablamos un poco sobre esa cuidad en lo que me inyectaba la aguja del anestésico, una aguja grande, grandota, grandísima. Entonces repitió la exterminación total de mi otro cordal. Y esta vez casi ni me hinché, casi no me dió dolor, y me siento muy bien. Si la cirujía oral es su pasatiempo, pues, que bueno, porque eso quiere decir que está dedicado. Solo me tomé una Vicodin, mas como precaución que por el dolor, y me la tomé a su nombre. Salud, Doctor Ruso.

Thursday, August 7, 2008

Declaración

Esta mañana me monté en la guagua para ir al trabajo. Ví una sección de dos asientos que estaba libre, y me senté en el asiento mas cercano a la ventana.

En ese momento olí un olor a mierda. Fuerte y poderoso, lleno de musculatura y muy seguro de si mismo. No cabía la menor duda de el tipo de olor que era. Había gente sentada delante y detrás de mi. No sé si uno de ellos estaba emandado ese olor, o si fue un pasajero anterior. En el asiento delante del mio estaba una señora que se veía un poco...adobada. De cualquier modo, enseguida me levanté y me senté en otro asiento, lejos del posible culpable.

Unos minutos después, en la proxima parada, se sentó una muchacha en ese mismo asiento. Asumí que haría lo mismo que yo, pero no, permaneció en el asiento. En la proxima parada, un señor abordó y se sentó al lado de la muchacha. También se quedó sentado.

Mira, no hay manera que ellos no olieron el mismo olor que yo. Imposible. Al observarlos me puse a pensar en una teoría que yo tengo: que el miedo a ofender a otras personas nos hace permanecer en situaciones que no nos convienen. Es una teoría que, casualmente, ha nacido precisamente de mis numerosos viajes en la guagua. Y es que muchas veces se nos sienta alguien al lado que apesta, o está tosiendo tanto que parece que se le va a salir un canto de pulmón por la boca y te va a caer en la falda. Pero no nos movemos - ¿por qué? Porque no queremos que esa persona se sienta mal que le estamos huyendo.

Per si lo pensamos, esa persona, en su manera, está siendo ofensiva. Si no te bañas y hueles mal, estás obligando a las personas a tu alrededor que te huelan. El que tose sin taparse la boca, o tomar a sus alrededores en cuenta, está exponiendo a los demás a sus germenes. Y entonces, ¿por qué nos da miedo ofender a los ofensivos?

Yo misma me he encontrado en esta situación, y me he quedado sentada al lado de alguien desagradable. Pero no más. En este día declaro mi independencia del ay bendito, y les aseguro que la proxima vez que me toque un apestoso al lado, me voy a parar de mi asiento y me liberaré de sus garras aromáticas.

¿Por qué no hay títulos?

Porque no se me ocurren. Mi otro blog tiene un tema, y este no lo tiene. Es más un lugar para escribir las zanganadas que se me ocurren de vez en cuando. Y también, quiero escribir más en español, ya que me encuentro en una situación que le debe ser familiar a cualquiera que escriba y sea completamente bilingue: encontrar mi voz en los dos lenguajes, independientes uno del otro.

Cuando escribo en inglés, me parece, sueno diferente a cuando escribo en español, mi lengua natal. Vivo en los Estados Unidos, o sea que la mayoría del tiempo hablo y me comunico en inglés. El español lo uso cuando hablo con mi familia, o cuando leo. No me interesa mucho la televisión hispanoparlante, por lo menos a la que tengo acceso.

¿Entonces, cuando escribo, en que lenguaje lo hago? Depende del tema. Ciertos temas me salen en inglés, otros en español. Todavía no estoy segura si hay algún patrón. Lo que sí se es que tengo una idea para una novela (o cuento, o algo entremedio), y me encuentro indecisa en cuanto al lenguaje que voy a usar. Se trata de las mujeres de mi familia del lado materno. Somos puertorriqueñas y hablamos español, pero a la misma vez me pregunto si sería de interés para la comunidad latina en los EEUU que no habla español pero comoquiera tienen interés en sus raíces hispanas. Cuando lo trato en inglés, me suena lejano y no puedo captar la voz que quiero. Aún así, no creo que mi estilo de escribir en español esté al nivel que quiero. Los libros que leo en mi lenguaje natal tienen una riqueza de expresión que me atrae, pero no he llegado como escritora a ese lugar. Claro, tengo que seguir escribiendo para acercarme a el, pero en estos momentos estoy en paralisis. Espero que expresandome en español mas a menudo, através de este blog, me ayude a crecer.